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Hispania Nostra: una batalla contra la pérdida de patrimonio

Entrevistamos a la directora general de Hispania Nostra, la asociación más veterana en materia de patrimonio que cada año afronta nuevos retos.

En el año 2018, el diario ABC alertaba sobre la intolerable situación del Palacio de Ceballos en la localidad de Argomilla de Cayón (Cantabria). Un palacio del S. XVII que, a pesar de ser apreciado como bien de interés local, estaba sometido a un grave estado de abandono al utilizarse –y he aquí lo esperpéntico- como cuadra para ganado y aparcamiento de camiones. La asociación Hispania Nostra decidió introducirlo en su Lista Roja del Patrimonio, pasando a formar parte de las casi 1000 fichas que completan este listado de bienes en riesgo.

Con esta acción -entre otras muchas-, la asociación cumple con el noble objetivo de defender, conservar y difundir el patrimonio histórico español. Para los que aún no la conozcan, la Lista Roja empezó en 2007, encargándose de recopilar aquellos bienes que se encuentren en un peligroso estado de abandono en cualquier rincón de nuestro país. Para ello, cualquier persona o entidad preocupada por la defensa de nuestro patrimonio puede cumplimentar una ficha en la que se aportan los datos más relevantes sobre el bien. Posteriormente, una comisión científica valora su inclusión o no en la misma. Te invitamos a que eches un vistazo a su página web porque, a través de un mapa interactivo, puedes observar la localización y los tipos de bienes que la componen. Sin duda, es una gran forma de mostrar el patrimonio en abierto a toda la sociedad, quedando demostrada la extraordinaria labor de las asociaciones amigas del patrimonio histórico en nuestra convulsa actualidad, donde la cultura se ha denostado en tantísimas ocasiones. Sin ellas, una gran parte del patrimonio, de nuestro legado cultural, de nuestra identidad quedaría disuelto en el olvido.

En una entrevista anterior, hablamos con Daniel Gascón sobre literatura y «España vacía» a raíz de su último libro Un hipster en la España vacía (Literatura Random House, 2020). Ahora abordaremos el asunto desde una perspectiva muy diferente: más pragmática, menos ideal; una perspectiva que mira con recelo el término de «España vacía» y que prefiere acabar con las dicotomías de campo/ciudad, rural/urbano, vacío/lleno. Pues tanto la despoblación como la progresiva pérdida del patrimonio precisan de medidas urgentes y lo suficientemente efectivas para frenar una pérdida irreversible de la que luego lamentarnos. Así, hemos contactado con la directora general de Hispania Nostra, Bárbara Cordero Bellas, para conocer la visión actual de una de las asociaciones españolas con más recorrido en materia de patrimonio. Desde Revista Popper, os agradecemos vuestra labor.

P. La despoblación en nuestro país continúa en aumento, ¿de qué manera Hispania Nostra se ha visto afectada? ¿Cómo afronta una asociación tan preocupada por nuestro patrimonio, especialmente por el que está en riesgo, el hecho de que cada vez más municipios queden abandonados y con ellos, todos los bienes que allí se encuentren?

R. Desde la experiencia que tiene Hispania Nostra, que es la asociación más veterana en materia y en defensa del patrimonio cultural, lo afrontamos, en primer lugar, con positividad y en segundo, nos damos cuenta de la absoluta necesidad de educar en patrimonio. Porque el problema de que estos pueblos se hayan quedado despoblados, y por añadidura, el problema que sufren estos bienes culturales, está muy relacionado con que, si la ciudadanía o las administraciones hubieran entendido el patrimonio como una oportunidad, como un motor de desarrollo social y económico, no los hubiéramos dejado en abandono. De tal manera que cuando pensamos en patrimonio no hay que pensar tanto en la intervención sino en la sostenibilidad. El patrimonio tiene que ser sostenible y hay que darle un uso. Y efectivamente creemos, por tanto, que el patrimonio podría ser una herramienta de cara a frenar esa despoblación, -lo cual no dudamos que sea difícil-, pero es así como lo ve Hispania Nostra a través de la óptica y experiencia que nos han dado el tiempo.

P. Claro, porque entiendo que cuando un bien es restaurado, si no se le concede un uso, este puede volver a ponerse en riesgo, ¿no?

R. Nosotros hemos visto grandes intervenciones que después, efectivamente, no han tenido un uso. Muchas veces la intervención de un bien ocurre por fases se requiere de una financiación muy costosa. A veces, se consigue esta financiación pero, como no se ha pensado en darle un uso, el bien no resulta sostenible. Entonces, has intervenido en un patrimonio que vas a volver a cerrar y que, en resultado, no ha servido para nada. Hay que darle un uso. Siempre pongo el mismo ejemplo: es como cuando tienes varios pisos en alquiler y los tienes cerrados, cuando los abres el deterioro es enorme porque no han gozado de un mantenimiento constante. Lo mismo sucede con el patrimonio. Por otro lado, tampoco es que suela haber financiación para una intervención preventiva ni siquiera y este es, una y otra vez, el principal problema: la falta de financiación.

P. A pesar de que en los últimos años la despoblación haya sido un tema recurrente en la prensa y también en la literatura, parece que el foco está puesto en sus gentes –como es natural- pero también en cierta romantización de los pueblos olvidados, que no les hace ningún favor. Sin embargo, el patrimonio queda relegado a un segundo plano, no se menciona. Entonces, ¿hace falta aún más concienciación? ¿Por parte de la población o de las instituciones públicas?

R. Por parte de ambas pero, ahora con más frecuencia, la ciudadanía, la sociedad civil desarrolla un papel más importante, ya que, muchas veces, las administraciones no tienen dotación económica para intervenir en patrimonio. Con esto no quiero decir que la administración no tenga su parte de culpa, pues está claro que, con el patrimonio tan rico y extenso que tiene España –es el tercer país con más bienes declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO detrás de China e Italia- y que, en cada rincón, tenemos bienes de todo tipo –espadañas, lienzos de muralla, monasterios, puentes…- cuesta muchísimo mantenerlo todo. No obstante, tenemos que intentar conseguirlo y aquí, la sociedad civil tiene mucho que decir porque existen nuevas herramientas como el micromecenazgo y porque es un derecho nuestro el de conservarlo. Yo creo que la mejor manera es aunar fuerzas entre la Administración, los particulares y la sociedad civil a fin de salvarlo y ponerlo en valor en aquellos lugares donde no hay demasiada sensibilidad sobre su importancia, pues se entiende que, como siempre ha estado ahí, ahí seguirá estando.

P. En cualquier caso, esta avalancha de nuevos títulos literarios, así como de movimientos populares que reivindican la España rural, ¿ha propiciado algún cambio en la Lista Roja? ¿Más nuevas fichas? ¿Menos?

R. Hispania Nostra cada vez crece más en número de socios porque utilizamos la asociación como un altavoz para concienciar a la ciudadanía. Esto significa que las personas que rellenan esa Lista Roja son ciudadanos que aman su patrimonio y lo que tienen cerca de ellos. La inscripción en la Lista es un instrumento muy espontáneo y muy de la ciudadanía; la ficha que hay que rellenar no es una ficha técnica ni hace falta estar especializado en el tema. Entonces, sí, cada vez nos llegan más fichas. También porque nosotros hemos empezado a trabajar más en la comunicación para llegar a más lugares. Los medios de comunicación, por su parte y en este sentido, se han hecho eco de nuestras últimas noticias y de las variaciones que se han producido en la Lista, dándolas a conocer.

P. Es curioso que las comunidades que más fichas acumulan en la Lista Roja coincidan con aquellas más abatidas por la despoblación (Castilla y León con 291, Castilla – La Mancha con 92, Aragón con 87…). ¿Cree que el hecho de que las provincias más despobladas tengan más fichas es porque estas están más concienciadas –e incluso, enfadadas– con la situación que les acontece?

R. Pues yo así lo creo. Siempre digo que el mapa hay que saber interpretarlo y efectivamente Castilla y León acumula la mayoría. Esta es una zona donde hay mucho patrimonio pero también mucha concienciación. Hispania Nostra tiene una relación con esta comunidad bastante estrecha, fluida y con muchos socios, y por ello, nos hacen llegar mucha información. De la misma manera que te hacen llegar una Lista Roja también te hacen llegar una Lista Verde con buenas prácticas. Todo depende de lo implantada que esté nuestra asociación en cada comunidad y de la concienciación que la misma tenga sobre el tema. En Cataluña, sin embargo, no existe tanta relación y el número de fichas es menor, lo que no significa que no cuenten con mucho patrimonio también.

P. Entonces, ¿por qué el número de fichas es tan diferente dependiendo de la comunidad? ¿Es que la situación  de nuestro patrimonio varía tanto de una región a otra o hay otros motivos detrás como, por ejemplo, la falta de sensibilidad y concienciación de la que venimos hablando?

R. Intervienen muchos factores y es verdad que hay comunidades que gestionan mejor su patrimonio. En el caso de Cataluña, lo que mejor conozco es la provincia de Gerona y sí que puedo decir que lo tienen muy bien cuidado porque entienden que es un generador de desarrollo económico y también por su proximidad a Francia. Son motivos culturales y sociales que influyen. Pero nuestro factor limitante es que apenas tenemos socios allí. Yo les insto y animo a que se hagan voluntarios porque me consta que tienen un patrimonio riquísimo y quisiera contar con él. Además, Hispania Nostra tiene su sede en Madrid y, desgraciadamente, tampoco contamos con la capacidad suficiente para llevar delegaciones a otros puntos del país.

P. Entonces, ¿la inclusión de un bien en la Lista Roja supone, más bien, un elemento de presión, una llamada de atención, para las administraciones o para la localidad donde se encuentre o, por el contrario, se interpreta de buenas maneras para que se vigile y ponga remedio al estado del bien nada más?

R. Sí, es cierto. Muchas veces los pueblos o las administraciones se sienten agredidos, molestos. Lo entienden como un toque de atención, un farolillo rojo, una voz de alerta, pero, al fin y al cabo, creo que esto también forma parte de nuestro trabajo y si va a servir para que se pongan medidas, adelante. Pero, aun así, te voy a poner un ejemplo más concreto. En el consejo de patrimonio histórico realizado en 2018, Hispania Nostra envió una carta a todos los directores generales de cada comunidad autónoma pidiéndoles una actualización de todos los bienes que nosotros teníamos localizados en sus comunidades y la única respuesta que recibimos fue de Melilla.

No voy a negar, sin embargo, que mantenemos una buena relación con las administraciones de algunas comunidades, las cuales nos apoyan y creen en lo que hacemos, pero nos sigue costando mucho actualizar los datos. Sin embargo, nosotros siempre damos voz a los interesados. Es decir, pongamos que alguien nos hace llegar información sobre un monasterio. Nosotros contrastamos esa información y si luego nuestro Comité Científico decide que este bien debe incluirse, la asociación siempre lo comunica al propietario del bien -sea este público o privado- antes de añadirlo a la Lista Roja. Nosotros siempre damos voz e intentamos llegar a un acuerdo porque ¿qué es lo que quiere Hispania Nostra? Defender el patrimonio y especialmente, concienciar a la población sobre lo que tenemos en un país patrimonialmente tan rico.

P. Respecto a la Lista Verde, ¿se valora antes que el bien se encuentre en una capital de provincia o que disfrute de un grado de protección legal más alto?

R. No, yo creo que ocurre un poco al azar, que está más relacionado con las personas. En Cogeces del Monte (Valladolid), incluimos en 2008 el Monasterio de Nuestra Señora de la Armedilla. A principios de 2020 ha podido pasar a la Lista Verde, gracias al esfuerzo de una persona que consideró que había que poner remedio a esa situación. No tenía financiación ni contaba con medios, pero consiguió fundar la Asociación de Amigos de la Armedilla y concienciar al pueblo. Así, recaudaron el suficiente dinero para consolidarlo. Considero que es este un buen ejemplo para definir la Lista Verde. Debemos aplaudir las buenas prácticas porque parece que en España tenemos un discurso muy negativo, y efectivamente, hay muchas cosas por hacer, pero también tenemos grandes profesionales y somos, en muchos aspectos, un gran país.

P. Sin embargo, las razones por las que los bienes se inscriben en la Lista Negra se relacionan, en su mayoría, con atentados urbanísticos. ¿Es el abandono y la construcción desmedida los dos grandes males? 

R. Bueno, ¡la construcción desmedida por supuesto! Hay muchos edificios que se pueden reinventar, que se les puede dar un nuevo uso, que están vacíos pero son absolutamente maravillosos y sin embargo, decidimos construir edificios nuevos. Es uno de los grandes males y eso es por lo que tenemos que intentar luchar. De nuevo: hay que trabajar en la concienciación y en la educación patrimonial para que los políticos y las administraciones desarrollen cierta sensibilidad y valoren lo que tenemos. Una vez que se toma una decisión tan drástica como la de derruir, no hay vuelta atrás.

P. ¿Cree que el proceso de patrimonialización se debería limitar en algunos casos?

R. Esa es una muy buena pregunta. Claro, el concepto de patrimonio ha evolucionado mucho. Ahora no se entienden los bienes históricos si no hay un contexto o si no hay un paisaje; ahora en el patrimonio existen muchas tipologías claramente definidas y patrimonio es muchas cosas. Pero no te sabría muy bien qué contestar porque es una pregunta que también nos hemos hecho nosotros a nivel interno y está en pleno debate.

P. Y una Lista Roja de patrimonio inmaterial ¿sería posible?

R. Pues no sé, no sé. Nosotros también en algún momento determinado nos planteamos hacer algo con el patrimonio inmaterial, pero es que es tan extenso que resulta inabarcable. Al final, tienes que poner un poco de coto. Porque si no limitas en algún momento, nuestro trabajo tampoco se realiza del todo bien. Yo creo debemos seguir incidiendo en aquellas cosas que Hispania Nostra hace bien. Quiero decir que, si a nosotros los programas que nos dan visibilidad y con los que conseguimos buenos resultados son los programas de educación patrimonial, pues sigamos haciendo educación patrimonial. A veces, el diversificar y abarcar tanto es muy costoso e Hispania Nostra, por ahora, no cuenta con un equipo tan grande.

P. El turismo cultural y el rural se promocionan como la medida definitiva contra la despoblación, ¿es esto cierto? ¿O podría ser contraproducente en el cuidado del patrimonio?

R. Con lo del turismo existe una controversia muy grande. Tienes ciudades como Venecia que se han convertido en parques temáticos. Es tan incómodo vivir en Venecia que, al final, solo lo disfrutan los turistas, pero prácticamente no quedan venecianos. Luego tienes otros casos, como el del casco histórico de Toledo, que por la noche se queda absolutamente desértico. Pero, en definitiva, el turismo cultural siempre es un turismo de calidad. El turismo bien entendido es importantísimo. En el mundo rural, si cada fin de semana llegan a los pueblos dos grupos de 20 personas cada uno y visitan los alrededores, se quedan a comer, pasean y luego incluso pernoctan, pues supone siempre un ingreso importante para ese pueblo. El turismo revierte en positivo.

P. Entonces, ¿qué medidas se proponen desde Hispania Nostra para proteger aquellos bienes que han quedado abandonados, no ya solo refiriéndonos a su restauración sino también a la perpetuidad de su buen estado una vez intervenidos?

R. ¿Qué proponemos? Pues, por lo menos, que estos bienes se conozcan. Y para ello, debemos educar, concienciar y darnos a conocer como asociación. Ser capaces de transmitir lo importante que es ese patrimonio y lo que puede significar entender nuestra propia historia, ya no solo para transmitirla a las generaciones futuras –que también- sino para nosotros mismos como personas. Conocer nuestro patrimonio es aumentar tu cultura y calidad de vida. A mí es lo que me parece. Además, de este modo, estamos acercando la historia a la ciudadanía y esto es muy enriquecedor. Detrás del patrimonio siempre hay historias muy interesantes y personas apasionadas que han luchado mucho por defenderlo; hay que contarlo bien.

Otra iniciativa que se me ocurre es invertir un poco de financiación en hacer una buena APP para geolocalizar todo este patrimonio que está abandonado y darlo a conocer; que todo el mundo sea capaz de llegar hasta él.

P. ¿Qué papel va a jugar nuestro patrimonio en el futuro?

R. Pues el que la sociedad quiera y por parte de Hispania Nostra, todo el protagonismo del mundo. Creo que se trata de calar en la sociedad; de conseguir que las generaciones que vengan sean conscientes de que es un recurso muy importante y que España lo tiene. ¿A cuántos países les gustaría tener un tercio del patrimonio que tenemos nosotros? Es un recurso que habría que aprovechar y concebir como lo que es: una gran oportunidad.

1 comments on “Hispania Nostra: una batalla contra la pérdida de patrimonio

  1. Gracias,Victoria.

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