Arte

Botticelli enamorado

¿Cuánto amor hay en la Historia del Arte? Desde luego, si atendemos a la experiencia de Sandro Botticelli diríamos que amores importantes sólo hay uno; y dura toda la vida.

Si pensamos en la Historia del Arte, plantearnos que un enamoramiento ha podido definir toda la representación de la mujer puede resultar descabellado. Pero si pensamos en la musa ideal o en el mito del artista enamorado (Bonnard, Rubens, Rosetti…), puede parecer absurdo pensar lo contrario. ¿Cuánto amor hay en la Historia del Arte? Para muchos, hacer historia sobre cuestiones no empíricas supone una insensatez. Hay quien diría que pasar por alto estas cuestiones conduce solo a la falsedad.

Tradicionalmente, se ha interpretado el Nacimiento de Venus de Botticelli como una expresión de las ideas neoplatónicas de la época. Para representar el ideal platónico de la mujer, Botticelli recurrió a Simonetta Vespucci, joven procedente de la región de Liguria, cuna de los Spínola –donde, según el mito, surgió Venus de entre las aguas–, y modelo frecuente de artistas florentinos como Verrocchio, Ghirlandaio o Piero di Cosimo. Botticelli conoció a Simonetta cuando trabajaba al servicio de los Médici. Aunque esta ya había contraído matrimonio con el comerciante Marco Vespucci, mucho mayor que ella, el noble Giuliano de Médici la pretendía, llegando a participar en 1475, según la costumbre de la época en una justa en la que Simonetta fue finalmente coronada Reina de la Belleza, tras la victoria de Giuliano. Salió este al combate con una imagen suya en el escudo como Palas Atenea. Fue esta la primera vez que la pinta Botticelli. A esta representación siguieron la Madonna con el Niño y ocho ángeles, la Madonna del libro, la Madonna del Magnificat y dos retratos.

Tras estas brillantes creaciones, en torno a 1480, encontramos a un Botticelli maduro, embarcado en los grandes proyectos mitológicos que lo llevarían a la fama: la Alegoría de la Primavera, Palas y Atenea, el Altar Bardi, Venus y Marte y el famoso Nacimiento de Venus. En todas estas obras Botticelli contrató a Simonetta para representar el ideal platónico de la Belleza. Desgraciadamente, tras nueve años de trabajo, la modelo no llegaría a ver la obra que la haría pasar a la Historia: Simonetta muere de tuberculosis el 26 de abril de 1476. Su marido, Marco Vespuccio, volverá a contraer matrimonio poco después. El mismo día, dos años más tarde, Giuliano de Médici muere asesinado durante la conspiración de los Pazzi. No fue la bella Simonetta la modelo de las obras antes mencionadas, sino tan solo su recuerdo en la mente del pintor.

En este momento se aprecia un cambio radical en la estética de Botticelli: tras finalizar el Nacimiento de Venus, abandonará definitivamente los temas mitológicos, entregándose hasta el final de su vida a un estilo más parco y arcaizante en el que sustituye los placeres sensibles de la viuda por una actitud casi ascética en la que no hay lugar para una pintura que no se practique como rezo.

Mientras Botticelli se replantea sus principios artísticos, llega a Florencia el predicador dominico Girolamo Savonarola. Durante los años siguientes, Savonarola reunió multitudes en sus misas, en las que arremetía contra el papa y sus costumbres babilónicas, el hedonismo de los Médici, la falsa suntuosidad de la época y la licenciosa religiosidad de los florentinos. Su fanatismo animó a las masas a expulsar a los Médici de Florencia en 1494, cuyo gobierno quedó en manos de Savonarola con Cristo como único rey. Las crecientes amenazas que se cernían sobre la ciudad no le impidieron celebrar su famosa «hoguera de las vanidades» en la Piazza della Signoria, en las que los florentinos debían arrojar sus bienes materiales. Tras ser excomulgado por el papa, las hogueras ardieron una vez más en la plaza. En sus llamas sería ejecutado Girolamo Savonarola.

Es más que probable que estas ideas radicales afectasen si no a Botticelli, a aquellos que realizaban los encargos. Si hubo influencia de las ideas de Savonarola en el arte de Botticelli, no fue la única causa del cambio de su pintura, que comienza antes del ascenso y llegada al poder del dominico. A lo largo de esta crisis Botticelli no abandona a quien quizá fue su origen: en las obras de esta época, Simonetta Vespucci pasa a ser, en numerosas ocasiones, Virgen anunciada y Madonna con el Niño, Virgen coronada, testigo de milagros, María Magdalena ante el Descendimiento, Judith con la cabeza de Holofernes… desde el Nacimiento hasta la muerte del pintor en 1510, podemos contar a Simonetta en la obra de este artista hasta en veinticinco ocasiones, sin tener en cuenta los dibujos. Tras casi cuatrocientos años de olvido, su imagen fue recuperada por la Hermandad Prerrafaelita, para la que Simonetta volvió a ser modelo de mujer ideal.

Olvidado ya en su tiempo, entregado a la representación obsesiva de su Venus platónica, Botticelli se negó siempre a contraer matrimonio. Sus restos mortales fueron depositados, según su propio deseo, en la Iglesia de Ognissanti en Florencia, a los pies del sepulcro de Simonetta Vespucci.

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