I
La alarma irrumpe en el dormitorio y su sueño termina súbitamente. Ve los dígitos azules parpadeando sobre fondo negro: 6:18 AM – 27 JUL 2022. Como todas las mañanas, se pregunta si no tendrá cinco minutos para hacer memoria de lo que leyó la madrugada anterior, pero el resultado es evidente: ni tiene tiempo ni logra recordar exactamente qué pasó. En lugar de eso, arrambla con todo lo que pilla encima de la mesilla de noche antes de distinguir el tacto de sus gafas, de montura fina y azul, que se encuentran sobre el libro que está olvidando últimamente. Un tomo de más de 400 páginas y 1,1 kilogramos que tiene la desfachatez de llamarse Poesía mínima (Cántico, 2022), de Aram Saroyan. Por norma general, es un libro que hubiera desechado de inmediato, pues 1,1 kilogramos -pesados en rigurosa tana- rara vez son merecidos, pero hay un poema que los vale:

Al fin y al cabo, esas dos letras representan el mundo, y son, a las 6:30 AM – 27 JUL 2022, las que terminan por despertarlo definitivamente del ensueño. También consigue recordar.
II
La alarma irrumpe en el dormitorio y su sueño termina súbitamente. Ve los dígitos azules parpadeando sobre fondo negro: 6:18 AM – 27 JUL 2022. Como todas las mañanas, se pregunta si no tendrá quince minutos para hacer memoria de lo que leyó la noche anterior, pero el resultado es evidente: ni tiene tiempo ni logra recordar exactamente qué pasó. En lugar de eso, arrambla con todo lo que pilla encima de la mesilla de noche antes de distinguir el tacto de sus gafas, de montura fina y azul, que se encuentran sobre el libro que está olvidando últimamente. Un tomo de 200 páginas y 300 gramos que tiene la oportunidad de llamarse La vida invisible de Ibn Bayâ (Cántico, 2022), de Hâshim Cabrera. Por norma general, es un libro que hubiera devorado de inmediato, pues 300 gramos -pesados en rigurosa tana- son fáciles de encarar, pero se ha detenido durante días en el siguiente comentario:
«Estaba Ibn Bayâ traspuesto escudriñando las estrellas cuando su hija menor, de apenas tres años, llegó hasta él diciendo:
Allâh nos quiere mucho
Ibn Bayâ sintió una gran alegría y quedó por un instante prisionero de sus ojos. Su razón se interpuso:
– ¿A quién se lo ha dicho?
La pequeña Yamila, sin dejar de sostener la mirada, le contestó con claridad:
– A ti y a mí».
Al fin y al cabo, ese diálogo representa el mundo, y es, a las 6:30 AM – 27 JUL 2022, lo que termina por despertarlo definitivamente del ensueño. También consigue recordar -que, etimológicamente, quiere decir «volver a pasar por el corazón»-.
III
La alarma irrumpe en el dormitorio y su sueño termina súbitamente. Ve los dígitos azules parpadeando sobre fondo negro: 6:18 AM – 27 JUL 2022. Como todos los días, se pregunta si no tendrá veinte minutos para hacer memoria de lo que leyó la tarde anterior, pero el resultado es evidente: ni tiene tiempo ni logra recordar exactamente qué pasó. En lugar de eso, arrambla con todo lo que pilla encima de la mesilla de noche antes de distinguir el tacto de sus gafas, de montura fina y azul, que se encuentran sobre el libro que está olvidando últimamente. Un tomo de 160 páginas y casi 300 gramos que muy acertadamente se titula Disecciones (Cántico, 2022), de Jose Andrés López. Por norma general, es un libro que llevaría consigo a todas partes, pero sus casi 300 gramos -pesados en rigurosa tana- le obligan a diseccionarlo y a llevar consigo lo esencial, que es prácticamente su totalidad:
«Lo primero que hice cuando las cosas se empezaron a poner muy feas fue escribirte.
Ha hecho falta el fin del mundo para declararme absolutamente a ti. Y me has rechazado. Mientras la población fallece en situaciones lamentables y terribles a mí sólo me dueles tú. Y me he puesto a entrenar el cuerpo cada día, en la misma habitación. A solas. De eso va esta clausura. Me estoy ejercitando para la guerra después de la guerra.
Ahora nuestros lamentos diarios están justificados. Dios se ha equivocado y su castigo nos ha cabreado. Sabemos que tiene miedo a abrirnos las puertas de casa. Tendrá que perdonarnos todos los actos salvajes sin remordimientos que vamos a cometer».
Al fin y al cabo, esa reflexión explica el mundo desde su propiedad conmutativa, es decir, alterando el orden de los factores y empezando a razonar por el final. También es, a las 6:30 AM – 27 JUL 2022, lo que termina por despertarlo definitivamente del ensueño. Pero, si en vez de un sueño plácido fuese una pesadilla y el mundo se acabara mañana, ¿quién lo querría recordar?
IV
La alarma irrumpe en el dormitorio y su sueño termina súbitamente. Ve los dígitos azules parpadeando sobre fondo negro: 6:18 AM – 27 JUL 2022. Como todos los días, se pregunta si no tendrá media hora para hacer memoria de lo que leyó la mañana anterior, pero el resultado es evidente: ni tiene tiempo ni logra recordar exactamente qué pasó. En lugar de eso, arrambla con todo lo que pilla encima de la mesilla de noche antes de distinguir el tacto de sus gafas, de montura fina y azul, que se encuentran sobre el libro que está olvidando últimamente. Un tomo de 80 páginas y menos de 200 gramos que tiene la valentía de llamarse La mujer okupada (Cántico, 2022), de Begoña M. Rueda, XXIX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Córdoba Ricardo Molina. Por norma general, es un libro que le recomendaría a todo el mundo, pero menos de 200 gramos -pesados en rigurosa tana- merecen algo más:
«Ouija,
respóndeme,
quiero saber el nombre de todas las mujeres
que se pudren en mis entrañas.
Tu esencia ha deslizado el vaso por el tablero.
Ahora que conozco todos y cada uno de sus nombres las aves se estrellan contras los cristales de mi casa, recibo coronas de flores a domicilio y mientras me aseo se empañan los espejos, se empañan los espejos y mientras las aves y mientras las coronas de flores, porque ahora conozco todos y cada uno de los nombres con los que me apoda la muerte.
Adiós».
Al fin y al cabo, esos versos exceden el mundo, y son, a las 6:30 AM – 27 JUL 2022, los que terminan por despertarlo definitivamente del ensueño. En el fondo, ¿no son los recuerdos propios una prolongación del recuerdo que tenemos de los demás?
V
La alarma irrumpe en el dormitorio y su sueño termina súbitamente. Lupe intenta aferrarse a él, pero ya está despierta. Ve los dígitos azules parpadeando sobre fondo negro: 6:18 AM – 27 JUL 2022. Como todos los días, se pregunta si no tendrá una hora para hacer memoria de lo que creyó leer ayer, pero el resultado es evidente: a nadie le interesa la literatura, a menos que tenga que ver con el mañana. En lugar de eso, arrambla con todo lo que pilla encima de la mesilla de noche antes de distinguir el tacto de sus gafas, de montura fina y azul, que se encuentran sobre el libro que está olvidando últimamente. Un tomo de 80 páginas y poco más de 100 gramos que inesperadamente se titula Los ciervos (Cántico, 2022), de Manuel Mata. Por norma general, es un libro que hubiera leído una vez sola y luego habría archivado, pero tiene la sensación de que esos 100 gramos -pesados en rigurosa tana- se han ido multiplicando:
«Limpia los cristales de las gafas con su camiseta de algodón, se las pone y abre el libro por una página cualquiera. «Los libros viejos se abren por las mismas páginas a las que una desea regresar. A las que una regresa», piensa. Lee únicamente el título del poema de esa página: Los ciervos. Se limita a contemplar el modo en que sus manos sostienen el libro, repitiéndose: Los ciervos, los ciervos, los ciervos… Como si ese fuera todo el poema».
Al fin y al cabo, esa afirmación acaba con todas las ideas preconcebidas que teníamos del mundo, y es, a las 6:30 AM – 27 JUL 2022, lo que termina por despertarnos definitivamente hacia el ensueño. Porque, pudiendo soñar, ¿quién diablos estaría dispuesto a sacrificar esos recuerdos -por muy confusos que sean-?
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